[es] La importancia de un buen nombre


Es una tarde cualquiera, estoy sentado en el sofá del salón y dedico toda mi atención a un juego que bajé hace poco en el teléfono. Súbitamente me doy cuenta de que tengo la televisión encendida.

Me llamo Drika Von Hauss, y soy buscador de tesoros.

Es un anuncio y esa frase en concreto a tenido la fuerza necesaria para llegar a mi cerebro a través de mis oídos y obligarme a prestarle atención. Y es que, con tal nombre, ¿cómo no iba a ser buscador de tesoros?

No lo supe hasta más tarde pero esa simple frase me hizo comprender lo importante que es un buen nombre. Y no me refiero a los nombres propios de las personas; al fin y al cabo, uno tiene el nombre que le dieron al nacer y lo normal es asumirlo.

Me refiero al continente, y no al contenido, al momento en que hacemos uso del libre albedrío y realizamos el acto de asignar un nombre de nuestra elección.

Quizá no parezca un acto demasiado habitual, pero cualquiera en el mundo de la informática y más concretamente en el de la programación, se ve ante la tesitura de nombrar entidades a diario: una nueva rama en nuestro SVC favorito, un nuevo fichero, una clase dentro de ese fichero, un método de esa clase, o cualquiera de las múltiples variables que podamos necesitar.

Todas y cada una de esas situaciones son de grandísima importancia y ahora soy consciente de que merecen que  las tengamos en cuenta y que no nos dejemos llevar por esa vagancia o dejadez (innata en muchos y adquirida en tantos otros) de escribir lo más corto o lo primero que se nos ocurra.

 

Voy a seguir a partir de hoy la siguiente máxima al elegir un nombre: recordar a Drika Von Hauss e intentar que el nombre elegido se contagie de esa fuerza que fue capaz de sacarme del atontamiento crónico que producen los videojuegos (aunque sólo fuera por un instante ;)).